sábado, 22 de marzo de 2008

‘Conspiranoia’: Losantos y Pedro Jota, culpables de la derrota del PP (I)

Poco margen para la duda queda respecto a que la estupidez y el desfonde moral –infinitos- de la teoría de la conspiración o conspiranoia ha sido determinante en la derrota electoral del PP. Un partido que es incapaz de resistirse a las patrañas y groseras mentiras de dos periodistas con aparentes pocos escrúpulos morales y sin ningún discurso en positivo, más allá de sus intereses y sus filias y fobias, parte de un notable hándicap. Políticos como Eduardo Zaplana y Ángel Acebes –¡este personaje estuvo tres años cuestionando su propia investigación y cuestionando a los hombres a sus órdenes- no han sido más que peleles en manos de tales urdidores de chorradas, en la página más negra del periodismo español. Losantos y Pedro Jota –los mejores aliados posibles y aún imaginables de Zapatero- han sido los auténticos culpables de la derrota del PP. En los próximos días, iré publicando extractos de mi libro ‘Conspiranocia, de cómo El Mundo y la COPE mintieron y manipularon sobre el 11-M” (Editorial Rambla) en los que se anunciaba ya el desgaste que estaban sufriendo políticos del PP y el daño que estaban haciendo a ese partido por fabular de la manera más ridícula sin respeto ni a las víctimas ni a los héroes. El que avisa no es traidor, y avisé, vaya que sí avisé. Por ejemplo:

“Sólo unos extraterrestres venidos de ninguna parte hubieran podido explicar lo que ha sido la teoría de la conspiración sostenida por El Mundo y esa Cope dominada por Losantos para sus propios intereses:
1.- Que no fue atentado islamista, sino que una trama policial asesinó a los 'pobres' musulmanes que murieron en Leganés.
2.- Que Suárez Tarashorras pudo vender explosivo, pero nada que ver con el que se utilizó en el atentado.
3.- Que los auténticos e ignotos autores del atentado -policías y espías españoles- asesinaron a compatriotas.
4.- Que pusieron toda una serie de pistas falsas.
5.- Que los ministros del Gobierno del Partido Popular, y sus responsables policiales, se cuentan entre los más ineptos del mundo mundial.
Lo curioso del punto 5 -la conclusión más lógica de cuanto han escrito y vociferado por las ondas los conspiranoicos- es que se trata de periodistas y comunicadores que pretendían defender al Partido Popular. ¿De qué? Nunca he llegado a entenderlo. Menos aún que conspicuos dirigentes de ese partido hayan dado alas y hayan sido comparsas de burdas manipulaciones que, en cualesquiera de los casos, les dejaban a los pies de los caballos. O que les obligaban -lo cual me parece de una gravedad extrema- a ensuciar la memoria, la dignidad y la justicia de un geo al que ellos habían dado la orden de asaltar el piso de Leganés. No he leído ni escuchado la más mínima defensa de su heroica conducta a Ángel Acebes, por ejemplo, y me parece ese hecho suficiente para que esté de más en la vida pública española. Cuando un hombre a tu mando pierde la vida en una operación bajo tu responsabilidad, la más mínima duda ofende y ha de salirse con arrojo a desmentir a los calumniadores.
Porque, entre el desfonde moral y la más completa estulticia, el Partido Popular, con la firma de la diputada por Asturias, Alicia Castro y, obviamente, con el visto bueno del portavoz parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, presentó una prolija batería de preguntas, de alto contenido conspiranoico, entre las que se inquiría, por ejemplo, sobre “¿quién dio la orden a los GEO de entrar el día 3 de abril de 2004 en la casa de Leganés, donde se suicidaron los terroristas presuntamente implicados en los atentados del 11-M?” Preguntar al Gobierno socialista sobre lo que sucedió cuando estaba en el ejercicio del poder el Gobierno del PP es, desde luego, cuestión bien chocante. La respuesta correspondería, indudablemente, a Ángel Acebes. El hecho es tan llamativo que induce a pensar que pregunta tan absurda no debió ser escrita por la diputada en cuestión, sino más bien por los periodistas amigos. Es una sospecha, desde luego, nada más. La diputada fue aún más lejos: “¿Tiene constancia el señor ministro de que, en la casa de Leganés, aparecieron los cuerpos de dos presuntos suicidas con explosivos a la cintura, pero sin iniciador, lo que hace que se pueda poner en duda el carácter suicida de la totalidad de los miembros del comando?” Si algo no es un suicida es presunto. Pero la maliciosa insidia no fue, en ningún caso, error mecanográfico o exceso de celo por la presunción de inocencia, porque se repite: “¿Tiene constancia el señor ministro que uno de los presuntos suicidas de Leganés fue encontrado en la vivienda, después de la explosión, con los pantalones puestos del revés, como consta en los informes del registro correspondiente, sin que haya dado una respuesta aclaratoria a este hecho al día de hoy?” Eso de los pantalones del revés dio lugar a obsesivos debates en los ambientes conspiranoicos, aunque siempre careció de relevancia. Que Jiménez Losantos pusiera en duda un hecho tan claro como el suicidio de los islamistas en Leganés me parece muy grave, pero que lo hicieran los políticos del partido que gobernaba eso sí me parece suicida. Ha sucedido por actuar al dictado. Parafraseando a Lincoln: no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo, pero sí se puede engañar a muchos mucho tiempo. Y es lo que ha sucedido en torno al 11-M. Durante dos años, la conspiranoia ha servido para que el tándem Pedro Jota-Jiménez Losantos, una sólida alianza que viene funcionando desde los tiempos de Diario 16, hayan impuesto su criterio a una parte de la derecha política y a buena parte de la sociológica. En términos liberales, parafraseando a Lord Acton, ésta ha sido una historia de corrupción moral”.

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